Esta es otra de las distintas posibilidades que nos ofrece el tren combinado con la bici. Ya hemos contado la excursión al monte de Dueñas con vuelta en ferrocarril, por no hablar de la de Medina del Campo. Ahora nos vamos a referir al trayecto desde Venta de Baños a Valladolid, después de llegar en el regional que parte a las 9,35 de la estación Campo Grande.
Esta ruta nos ofrece la posibilidad de ir saltando hasta tres páramos o cerratos distintos, con lo que eso supone para las piernas del ciclista. O sea, una llegada a Pucela un tanto cansada. Pero no mucho, si hemos sabido elegir el día de viento. Y bastante contenta.
Después de salir de Venta de Baños, (también podemos pasar junto a la basílica visigótica de Baños de Cerrato, con su fresca fuente igualmente medieval) Tariego nos descubre, además de sus bodegas, la alianza que existe entre el Pisuerga y los páramos, pues aquí les lame, mece y da forma. ¿Hubieran sido lo que son si él? Más tarde los volveremos a contemplarlos juntos.
Cruzamos el puente y el río salta antes una pesquera, dando frescor a toda una ribera poblada de sauces, álamos y chopos. Después, dejando atrás Tariego con su torre, sus bodegas y sus empinadas calles, nos adentramos en el Cerrato. Y, a pesar de la cercanía a ese nudo de comunicaciones que es Venta de Baños, nos parece estar en lo más profundo de la comarca: encinas, alguna mata de roble, lavandas, vallejos perdidos, senderos, chozos de pastor… lugares, en fin, donde los recovecos del paisaje no tienen nada que ver con el gran corredor Valladolid-Burgos. Casi hasta nos podríamos perder.
El primer páramo al que subimos nos descubre un inesperado sendero junto a su canto que nos va mostrando anchos horizontes, laderas descarnadas, vallejos, montes… Podemos estudiarlo con detenimiento o bien bajar sin llegar a él -desde el puertecillo entre cerros por el que nos conduce el camino- hacia el valle del arroyo Madrazo, que pasa por Cevico de la Torre. Y otra vez a subir entre laderas tendidas y maleza fresca para descubrir el páramo de los Infantes,con un cielo que parece lo vamos a tocar con sólo extender el brazo. Y con densos pinares de repoblación.
La nueva bajada, suave y larga, nos empuja después de pasar junto a dos viejos chozos pastoriles hasta Valoria la Buena. Valoria es como para perderse; como para realizar una excursión ciclista de varios días de duración: las bodegas con su fuente y prado, los restos de la ermita y molino de la Galleta, los distintos chozos y montes, el mirador del pico del Águila y otros muchos, la ribera del río…
Pero nos vamos otra vez ¡a subir la cuesta! hasta lo alto del páramo. En la granja Hernani ya estamos en el término de San Martín. Hemos de bajar enseguida pero, si tuviéramos más tiempo, yendo hacia la izquerda nos perdemos en un bosque de roble y encina bastante denso; hacia la derecha nos plantaríamos en un despejado cerral, ideal para contemplar los valles de Valvení y del Pisuerga…
Pero bajamos hasta San Martín, para descansar y repostar un poco. En la próxima entrada hablaremos algo de este lugar y de la penúltima etapa del recorrido: las peñas de Gozón.
Veo que tuvisteis una etapa rompepiernas. Y una zona preciosa la que pedaleasteis…
Besotes!!!