O Pililla simplemente. Es un despoblado a casi 2 km de Montemayor, al que dio precisamente apellido. En la ruta de hoy pasaremos por sus cercanías, prácticamente irreconocibles ya, pues el tiempo no perdona. Desde Aldeamayor hasta el monte de Pililla. Y vuelta. Total, unos 47 km. Por cierto esta ruta la hicimos el pasado domingo, uno de los últimos días agradables, soleados, sin viento de este otoño. Fue un placer pasear.
Pinares del Compasco
La primera parte de la ruta discurre entre pinares de piñonero y, sobre todo, negral. Este monte con suelo de arena tiene la particularidad de asentarse sobre una inmensa bolsa de agua, pues hasta aquí llega el acuífero de los Arenales. Y así veremos chopos, huertas, regueras y humedales con extensas junqueras, todo entre los mismos pinos. Incluso la toma de agua para Aldeamayor se realiza aquí mismo, en medio del pinar. Un enorme depósito de agua lo certifica.
También llama la atención lo bien que se está regenerando el pinar después de aquel terrorífico incendio de hace 7 años aproximadamente.
Dunas y pistas forestales
Salimos a una pista de muy buen firme que nos conduce en suave subida rectilínea hasta Fuente Mínguez, un pequeño vergel entre arenales. Aquí tomamos otra pista que nos llevará en dirección a Montemayor.
El camino se hace agradable gracias a los negrales próximos. ¡Increíble que hayan podido retorcerse tanto! Algunos se han hecho un auténtico nudo, otros están tumbados pero milagrosamente no tocan el suelo… Además, este pinar tiene una capa de arena tan profunda que son abundantes las dunas: muchas ya se han fijado gracias a los propios pinos; otras continúan su lento peregrinar empujadas por el viento.
Por fin aparecen campos de labor a la derecha y divisamos la torre de la iglesia de Montemayor al fondo.
Páramo de la Pililla
Cruzamos la carretera para tomar un sendero que –por un pinar pequeño y denso- nos conduce hasta el camino de la Espinilla. Vemos el valle que se abre entre nosotros y Montemayor y pasamos donde debió estar La Pililla. Cruzamos el camino que lleva a Traspinedo, bordeado de abundantes caleras y, por fin, nos introducimos en un paraje bien distinto al que traíamos.
Se trata de un páramo salpicado de pequeñas manchas de encina, roble y enebro en el que las tierras de labor –nunca extensas y de varias formas- se ven limitadas por hileras de carrascas y robles que dan esa forma tan variada a los campos cultivados. La tierra es buena pero con demasiada piedra caliza de modo que dificulta un cultivo cómodo. Antaño hubo por aquí muchos majanos, pero la piedra se ha utilizado en la construcción y en la fábrica de cemento cercana.
Por fin llegamos a la Casa del Monte de la Pililla –o del Portillano– que está en el término de Santibáñez. Hoy se encuentra en el centro de un extenso terreno dedicado al cereal (se nota que no estamos ya en Montemayor) que antaño estuvo dedicado a viñedo. Se encuentra es un decir, porque lo que vemos son los restos –en buena piedra caliza- de lo que fue. Un pino hace acompaña.
Un poco más y nos acercamos al canto para divisar Santibáñez y el valle del Valcorba. El manantial de las Rasillas está seco, dado lo extremo que ha sido el año.
Y entre tierras de labor, matas de encina y de roble, pinarillos y algún que otro pozo que sirvió a una noria, llegamos a La Parrilla por el camino del Camposanto.
…y el valle de La Parrilla
Cruzamos la Parrilla –pueblo de buena piedra- asentado junto a arenosos pinares, y descendemos por el camino de Aldeamayor cuyo valle recibe enseguida las aguas del arroyo Valdalar. Se nota la vida y actividad que hubo por aquí: fuentes, largos abrevaderos, restos de molinos y de colmenares, huertos, árboles frutales, prados… Hoy, sin embargo, el camino casi no se usa, pues está literalmente invadido por la maleza. A un lado, vemos las laderas de Ontorio: un camino se dirige a ellas entre restos de tapias y corralizas; al otro lado, el monte de la Dehesilla.
Llegamos a la Casa Blanca y luego, por el pinar, vemos a la izquierda los chopos amarillentos del arroyo Sangüeño.
ME GUSTARIA HABER ESTADO, A LA LA PROXMA.
ESA ZONA LA CONOZCO POCO, VOY A VER EL MAPA.
SEGUIR CON SALUD
Siempre me sorprende lo arenoso de los pinares. No lo recordaba de mi niñez en Rueda y las tardes de merienda en ellos.
Besotes!!!!