
En la entrada anterior comento que nos acercamos a ver la presa o central de Toro desde la orilla derecha del Duero. Pues bien, para ello tuvimos que cruzar (y descruzar en otro punto) una especie de arroyo o zanja, de cauce profundo, con agua y ligerísima corriente, que dibujaba una línea en forma convexa desde el río, típica de un brazo: desembocaba en el Duero y parecía venir de él. Y tal vez así fuera, pues podría de una antigua orilla del Duero que se inunda en las crecidas. Estas formaciones –entre un brazo y el río- vemos que abundan entre Tordesillas y Zamora y lleva el nombre de Isla, porque sin duda lo fueron. Este brazo venía acompañado por un tupido bosque de ribera.

Ahí lo dejamos y seguimos avanzando por el camino que traíamos, paralelo y cercano al Duero, hasta toparnos con la finca de Villaguer, donde tuvimos que girar hacia el norte pues estaba prohibido el paso. Nos desviamos hasta el canal de Toro cruzando y luego cruzamos por encima de los ríos Bajoz y Hornija, de forma que al llegar a éste, le acompañamos primero hasta su confluencia con el Bajoz –bajo la atenta mirada de las vacas del caserío de la Rinconada– y después hasta su misma desembocadura. Fue difícil asomarse a sus aguas, pues una intrincada valla de tamarindos, sauces, chopos y zarzas, y de carrizo en las mismas aguas, le acompañaba. Tampoco tampoco pudimos contemplar bien la unión con el Bajoz –a un palmo de nuestros morros- por la maraña vegetal.
Pero conforme nos acercábamos al Duero, la vegetación era menos asfixiante y el nivel del agua subía. Bueno, más bien parecía subir, pues eran las aguas del Duero las que entraban en el cauce del Hornija debido a que están elevadas a causa de la central de Toro que, por cierto, se ve desde la desembocadura.

Por si fuera poco, unos 300 m aguas arriba de la confluencia, un arroyo, acequia o brazo desembocaba, a su vez, en el Duero. Se trata de una zanja parecida al primer cauce descrito, pero con menos arbolado y abundante carrizo y cañaveral y con entrada casi perpendicular al Duero.
Hasta aquí la realidad de las cosas, o sea, del paisaje, pero cuando miramos el mapa nos empezamos a sorprender.

Así, un mapa de 1929 señala al Hornija, una vez recibido el Bajoz, discurriendo por el primer brazo citado. O sea, que en esa época torcía 90 grados al noroeste y ocupaba dicho cauce, lo cual significa no sólo que ha cambiado de desembocadura, entrando entonces suavemente en el Duero, sino que su recorrido se ha acortado dos kilómetros.
Y el otro arroyo o brazo señalado 300 metros aguas arriba bien podría ser una desembocadura anterior del Hornija, directa al Duero, sin recibir al Bajoz, que lo haría por separado en la actual del Hornija o, incluso, en la primitiva.

No he visto más mapas, salvo los citados por Sánchez del Corral en su trabajo Geomorfología del dominio fluvial del Duero en el sector de Toro (2007) Aquí traigo uno: parece que, efectivamente, pudo haber otro momento (mapa de la provincia de Zamora de 1863) en el que Bajoz y Hornija desembocaron por separado en el Duero.

Y todo esto se complica un poco más si consultamos la actual web de la Confederación Hidrográfica del Duero al mencionar una de las masas de río en el vigente plan hidrológico (2016-2021):
Arroyo Valle del Monte hasta confluencia con el río Bajoz, río Bajoz hasta confluencia con el Arroyo Valle del Monte hasta río Hornija, y río Hornija desde confluencia con río Bajoz hasta confluencia con el río Duero.
Esta masa tiene una longitud de 21,27 km, una cuenca de 1002,45 km2 y una aportación media de 48,7 hm2 al año. Está catalogada como muy modificada desde 2013 (Alteraciones morfológica e hidrológica). Y este es su esquema o mapa:
En resumen: que los actuales Bajoz y Hornija parecen poseer tres , seguramente, desembocaduras diferentes en el río Duero, que llevan sus aguas, bien directamente o por filtración. ¡Quién lo diría, de ríos tan humildes que nacen en el corazón del páramo de Torozos!

Seguramente los cambios se deban a la fuerza y movimiento del Duero por efecto de sus crecidas. Los romanos sabian que los ríos grandes modificaban a veces las propiedades ribereñas, lo que estaba regulado en su derecho. Sin duda el Duero sigue jugando con sus afluentes.