El recorrido en ladera ha sido tan corto como intenso. En Renedo se toma la carretera de Villabáñez y nos salimos por la antigua a la izquierda y de ella, en la primera revuelta, surge el sendero a la izquierda que nos va a conducir entre toboganes, pinos y arbustos, a media ladera, hasta conectar con el camino que viene de Castronuevo hasta el páramo.
En total, son como unos 5 km, que se hacen un tanto largos por momentos a causa de la sorpresa y dureza de algunas subidas. También, hay que rodar con cierto cuidado para no salirse del sendero y caer ladera abajo.
Cruzamos por pinarillos cerrados, con zonas en las que abundan los juncos aunque sin llegar a ver ningún manantial. En otros momentos se sale a ladera abierta, e incluso a algunos sembrados, lo que facilita estupendos panoramas del valle Esgueva.
Acabamos por conectar con el camino carretero que sube al páramo. Poco después nos presentamos en la solana de la Muela, idílica pradera en la que, en otros tiempos, se podía contemplar, desde sus cerrales, cómo jugaban las liebres y evolucionaban los escribanos… Ahora no, ahora hay matas de roble y pimpollos creciendo y ya no es una pradera. Pero sigue siendo un lugar agradable, especialmente por la fuente y por los quejigos que en esta época aparecen repletos de gallaras de los tonos más variados entre el verde, el rojo y el amarillo.
Luego tomamos el camino de los Carriles hasta desviarnos hacia el cerro o muela de la Dehesilla, que domina la localidad de Olmos de Esgueva. Se trata de un estupendo observatorio sobre el Valle Esgueva, tanto hacia el oeste como hacia el este, si bien, en primer plano, contemplaremos Olmos con sus campos de labor, almendreras, vallejos y laderas.
Después de una fulgurante bajada, tomamos la conocida senda verde para retornar a Renedo. Aquí, el trayecto, de unos 37 km.