Torozos orientales

En el extremo noreste del páramo de los Torozos quedan dos estupendos montes de encina y roble: el de Dueñas y El Viejo, que pertenece a Palencia. Ahora  ya casi no se explotan: el de Palencia es un buen pulmón para la ciudad, pues allá van los palentinos a comer o merendar, a pasear y a hacer deporte. El de Dueñas es menos visitado, pero se utiliza todavía como zona de pastos y se explota su madera. Antaño estuvieron mas frecuentados, no hay mas que ver los restos de chozos, corrales y hornos de cal.

Iniciamos la excursión en Cubillas de Santa Marta. Nada mas salir del pueblo nos topamos con la fuente del Lavadero, con álamos de sombra y mesas para descansar. Pero como todavía no estamos trabajados, seguimos nuestro camino.

El monte de Dueñas ya lo conocemos de alguna otra excursión. Pero no importa, pues siempre es agradable pasear entre sus abundantes robles, salpicados por numerosos corrales para el ganado. Por diferentes senderos y caminos llegamos a la fuente del Postigo, junto al chozo –restaurado-  de Rojalanillas. Su balconada nos ofrece una panorámica sobre Dueñas y el valle del Pisuerga. Otra fuente para llenar los bidones la tenemos en la pradera central, donde también hay alguna nave ganadera relativamente moderna.

Dejando atrás el monte cruzamos por terrenos dedicados al cereal y nos acercamos a los hornos de cal de Font –hemos visto otros junto a las Dos Hermanas, en el monte- que, aunque están arruinados, dejan ver bien su planta circular en piedra.

El colmenar de la Hiedra está restaurado como casa de campo con un bonito torreón. Es el que está más cerca del páramo. Las casas del valle de San Juan, hasta hace poco deshabitadas, están arregladas y en perfecto uso. Llegamos al borde del páramo para divisar el valle del Carrión.

La vuelta la hacemos por el Monte el Viejo, donde abundan, claro, los viejos robles. Es la zona menos solitaria, pues veremos a los palentinos, que se acercan a respirar. Los robles y encinas son más corpulentos que en el otro monte y está algo más aclarado. Pero el aspecto es el mismo: abunda la hierba verde y las flores aromáticas.

Una buena pista nos conduce, ya en descenso, hasta Dueñas. Desde aquí, pasando por el chozo y corrales de Rascavieja, con un buen pozo a su lado, seguimos una carretera que estuvo muchos años cortada pero que ahora llega hasta Quintanilla de Trigueros. Pero nosotros nos quedamos en Cubillas, ahora sí, cansados.