Madrugada en Torozos

Este paseo lo dimos durante la ola de calor del pasado mes de junio. Hora de inicio, 6:45; lugar, páramo de los Torozos por los alrededores de La Mudarra, Valdenebro, Valverde y Castromonte.

Al principio no había viento. Al cabo de dos horas, las aspas de los molinos se movían con alegría. La temperatura máxima en Valladolid rozó ese día los 40 grados. Con la mínima y en el páramo, no fue necesaria la manga larga en ningún momento. El cielo estaba plomizo y al sol le costó superar una especie de neblina gris que invadía el horizonte.

Roble

Cruzamos, en primer lugar, el monte de las Liebres. Los grandes robles, se difuminaban en la penumbra gris y parecían esperar tranquilos los rayos del sol. El suelo estaba duro, de piedra y arcilla roja compacta: se podía rodar fuera de los caminos. Nadie se había despertado aun, nadie salvo las abubillas, que parecían hiperactivas. De hecho, estuve a punto de aplastar a un pollo volandero…

Curioso puente sobre la bodega

Luego, salimos a campo abierto y paramos en Coruñeses. Curiosas ruinas. Además de palomares de barro, vimos una bodega cuya boca parecía a primera vista el cauce de un arroyo, por el puente que salvaba la entrada… No he visto ninguna así. Todavía se la podría salvar de un fin incierto (o demasiado cierto, como prefieras) Estaba en una casa de labrantío con un amplio complejo de corrales, aunque también pudo ser una venta, pues está al lado de la carretera. Justo donde vemos ese transformador de barro que tanto llama la atención…

Gigantes de distinta creación

Y nos metimos en el laberinto de los molinos. Me conocía bien los caminos y senderos de este páramo. Pero llegaron los molinos y lo cambiaron todo. Trazaron pistas para acceder a ellos, de forma que si tomas una lo más probable es que no tenga salida en la dirección que has tomado. Y si sigues un camino tradicional, lo  más probable que se acaba de repente, pues ha sido sustituido por la pista de los molinos. Lo único que se han mantenido –hasta el momento, claro- han sido los ramales de la cañada leonesa. Uno de ellos, todavía con hierba fresca, nos llevó desde la fuente de las Panaderas, donde nace el Bajoz, hasta la fuente de Humayor, ya en el valle del Hornija.

Ruinas de un palomar cerca de Coruñeses

Entre otros hitos, bajamos a Valverde de Campos para subir de inmediato al páramo; no conseguimos llegar a Castromonte, cuya iglesia con su torre se dibujaba no lejos en el horizonte; tomamos durante algún kilómetro el camino junto al Bajoz, que antiguamente daba servicio a huertas, y acabamos en la Mudarra subiendo primero por un camino que desapareció entre la maleza, lo que nos obligó a tomar la carretera para subir hasta el páramo y luego, finalmente, rodamos por el camino del molino, entre tapias de piedra y palomares de barro.

Elegimos la fuente de San Antonio para quitarnos el polvo y la calorina.

Aquí, el trayecto.