Torres del telégrafo óptico

En la parte culminante del páramo veremos, cerca de algunas carreteras nacionales, hoy convertidas en autovías, unas torres que desde lejos dan la impresión de ser restos de antiguos castillos en los que sólo queda en pie la torre del homenaje. Pero en realidad nada tienen que ver con elementos defensivos, sino que pertenecieron al mundo de la comunicación, pues son antiguas torres del telégrafo óptico.

Antecedentes

Al principio, la comunicación entre personas y pueblos lejanos, se conseguía con mensajeros, cuyo desplazamiento dependía de muchos factores: lejanía del destino, estado de los caminos, guerras, fronteras, etc… Para agilizar y acortar este tiempo empezaron a utilizarse las señales ópticas. Una muy utilizada fue el humo de hogueras, aunque con la limitación de que los mensajes tenían que ser sencillos.

El clima de inestabilidad reinante a finales del siglo XVIII en Francia hace que desde la corona se financie un sistema de comunicaciones rápido y eficaz que permita mejorar el control del territorio y mantener el orden. En 1792, ya en plena I República, se da luz verde al proyecto de construcción de Claude Chappe para la primera red de telegrafía óptica, y en 1794 se transmite el primer telegrama de la Historia, desde Lille a París, a lo largo de 230 kilómetros y 22 torres.

Funcionamiento

Este sistema se basaba en la construcción de torres conectadas visualmente gracias en lugares elevados. El funcionamiento de la red comenzaba en la estación desde la que se emitía el mensaje. Se colocaba el telégrafo en una posición prefijada de alerta o de atención. Cuando la estación siguiente avistaba esta señal, colocaba su telégrafo en posición listo o preparado y el primer telégrafo sabía que podía comenzar a transmitir. Una vez que se comenzaba a transmitir, cada símbolo debía estar unos 20 segundos como mínimo en la posición para que la siguiente estación lo leyese correctamente y colocase su telégrafo en la misma posición, lo cual indicaba a la estación precedente que podía transmitir el siguiente símbolo del mensaje. En España los mensajes se enviaban cifrados según un código existente en el libro de códigos, que estaba en posesión del Comandante de Línea, que era el único autorizado a la codificación y decodificación, pues los empleados de cada una de las torres se limitaban a emitir el mensaje que habían recibido, sin saber su contenido.

Inicio en España

Este sistema fue mejorado por el ingeniero tinerfeño Agustín de Bentancourt, quien había proyectado un telégrafo óptico entre Madrid y Cádiz, aunque sólo se llegó a construir entre la capital y Aranjuez, siendo operativo en agosto de 1800. Hay que decir que Betancourt fue padre y primer director de Escuela Oficial del Cuerpo de Ingenieros de Caminos de España en 1802. Pero la crisis económica y la Guerra de la Independencia dejaron sin uso este medio de comunicación. Será en 1831 cuando se vuelva a proyectar otro sistema de telegrafía óptica entre la capital y los Reales Sitios para uso exclusivo de la Familia Real. El primero fue Madrid-Aranjuez con 4 estaciones (Torre de los Lujanes y Cerro de los Ángeles en Madrid, Cerro de Espartinas en Valdemoro y el Monte Parnaso en Aranjuez), al que siguieron en el año siguiente el que comunicaba con la Granja de San Ildefonso, y en 1834 los que comunicaron Madrid con Carabanchel Alto, San Ildefonso-Riofrío y Madrid-El Pardo.

Pero el proyecto de mayor envergadura en telegrafía óptica no llega sino cuando, quizá, ya es demasiado tarde. En 1844, por Real Decreto de 1 de marzo, se establece el marco para el nuevo trazado de telegrafía óptica en España a cargo de la Dirección General de Caminos, y siendo uno de los máximos responsables del proyecto José María Mathé Aragua. El proyecto, de titánicas dimensiones, pretendía unir Madrid con todas las capitales de provincia del territorio peninsular.

Diseño de la red

El Decreto era especialmente cuidadoso en la ubicación de las torres. Así, se prefiere que las líneas sigan las carreteras existentes para facilitar el avituallamiento de las estaciones telegráficas y, a ser posible, lo más cerca de pueblos y localidades, por la misma razón. En la medida de lo posible, debían utilizarse estructuras preexistentes para ahorrar recursos, y así se emplearon castillos, atalayas e incluso torres de iglesias. Cuando esto no era viable, habrían de construirse torres ad-hoc, todas idénticas y según el estándar fijado por Mathé, de 7 metros de lado y 12 de alto. Además, las torres debían estar cada una a una distancia mínima de 2 leguas y máxima de 3, de la siguiente. Una distancia menor suponía construir más torres lo que implicaba un coste más elevado. Mayor, suponía dificultades para divisar la torre anterior o posterior.

La torre diseñada por Mathé estaba pensada como fortaleza, para que en caso de guerra el enemigo tuviese la mayor dificultad para interrumpir el sistema de comunicaciones. Constaba de 3 plantas realizadas en ladrillo y mampostería, y sobre la cubierta superior, plana, se ubicaba el telégrafo. En la planta baja, cerrada al exterior, sólo aparecen unos ventanucos a modo de iluminación interior. En la segunda planta había ventanas en tres de sus lados, estando ubicada la puerta en el cuarto a unos 4 metros del suelo, a la que se accedía desde el exterior mediante una escalera de madera que se retiraba y guardaba en su interior. En la planta superior había ventanas en todos sus lados y era desde donde se manejaban los mecanismos del telégrafo situado en la de encima.

Líneas nacionales

De todo el proyecto se construyeron 3 líneas:

  • La línea de Castilla que iba de Madrid hasta Irún que comenzó a funcionar el 2 de octubre de 1846 y constaba de 52 torres que pasaba por Valladolid, Burgos, Vitoria y San Sebastián.
  • La línea de Andalucía: con 59 torres que comenzó a funcionar en 1850 pero no llegó hasta tres años después a Cádiz.
  • La línea Madrid-La Junquera o Catalana, que no se completó totalmente. El tramo Madrid-Valencia entró en funcionamiento en 1849, con 30 torres, y en diversos momentos funcionaron los tramos Valencia-Castellón, Barcelona-Tarragona, Barcelona-La Junquera y Tarancón-Cuenca.

Cuando en 1844 se dio el impulso necesario a la telegrafía óptica en España, ya se conocía la telegrafía eléctrica y se experimentaba en Europa desde 1840. La telegrafía eléctrica relegó a la telegrafía óptica rápidamente. En 1854 se completó la línea de telegrafía eléctrica entre Madrid e Irún, por lo que dejó de funcionar la línea equivalente de telegrafía óptica. En 1857 se desmantelaba la última línea óptica en servicio, la línea Madrid-Cádiz.

En nuestra Provincia

Así que en nuestra provincia se construyeron las correspondientes a la 3 y 4ª Sección de la línea que comunicaba la capital con Irún. Fueron las siguientes torres, todas ellas levantadas junto a las actuales carretera N-601 y N-620:

  • El Perruno (866 m) en Almenara de Adaja, cercana a la localidad segoviana de Fuente de Santa Cruz. Se conservan sus cuatro lados.
  • El Collado o Cuesta Redonda en Olmedo. A duras penas se mantienen en pie las esquinas este y norte.
  • El Collado en Mojados que se utiliza para ubicar un vértice geodésico.
  • Boecillo, del que sólo queda el nombre de una urbanización y una calle en la localidad.
  • Valladolid situado en el páramo de la Cuesta de la Maruquesa. No quedan vestigios.
  • Cabezón, en el Cerro de Altamira que domina la población y donde estuvo situado la antigua fortaleza.
  • Frausilla, ya en las cercanías de  Dueñas (Palencia). Se conservan sus paredes
  • Tariego, en Tariego de Cerrato (Palencia)
 

En la parte culminante del páramo veremos, cerca de algunas carreteras nacionales, hoy convertidas en autovías, unas torres que desde lejos dan la impresión de ser restos de antiguos castillos en los que sólo queda en pie la torre del homenaje. Pero en realidad nada tienen que ver con elementos defensivos, sino que pertenecieron al mundo de la comunicación, pues son antiguas torres del telégrafo óptico.

Antecedentes

Al principio, la comunicación entre personas y pueblos lejanos, se conseguía con mensajeros, cuyo desplazamiento dependía de muchos factores: lejanía del destino, estado de los caminos, guerras, fronteras, etc… Para agilizar y acortar este tiempo empezaron a utilizarse las señales ópticas. Una muy utilizada fue el humo de hogueras, aunque con la limitación de que los mensajes tenían que ser sencillos.

El clima de inestabilidad reinante a finales del siglo XVIII en Francia hace que desde la corona se financie un sistema de comunicaciones rápido y eficaz que permita mejorar el control del territorio y mantener el orden. En 1792, ya en plena I República, se da luz verde al proyecto de construcción de Claude Chappe para la primera red de telegrafía óptica, y en 1794 se transmite el primer telegrama de la Historia, desde Lille a París, a lo largo de 230 kilómetros y 22 torres.

Funcionamiento

Este sistema se basaba en la construcción de torres conectadas visualmente gracias en lugares elevados. El funcionamiento de la red comenzaba en la estación desde la que se emitía el mensaje. Se colocaba el telégrafo en una posición prefijada de alerta o de atención. Cuando la estación siguiente avistaba esta señal, colocaba su telégrafo en posición listo o preparado y el primer telégrafo sabía que podía comenzar a transmitir. Una vez que se comenzaba a transmitir, cada símbolo debía estar unos 20 segundos como mínimo en la posición para que la siguiente estación lo leyese correctamente y colocase su telégrafo en la misma posición, lo cual indicaba a la estación precedente que podía transmitir el siguiente símbolo del mensaje. En España los mensajes se enviaban cifrados según un código existente en el libro de códigos, que estaba en posesión del Comandante de Línea, que era el único autorizado a la codificación y decodificación, pues los empleados de cada una de las torres se limitaban a emitir el mensaje que habían recibido, sin saber su contenido.

Inicio en España

Este sistema fue mejorado por el ingeniero tinerfeño Agustín de Bentancourt, quien había proyectado un telégrafo óptico entre Madrid y Cádiz, aunque sólo se llegó a construir entre la capital y Aranjuez, siendo operativo en agosto de 1800. Hay que decir que Betancourt fue padre y primer director de Escuela Oficial del Cuerpo de Ingenieros de Caminos de España en 1802. Pero la crisis económica y la Guerra de la Independencia dejaron sin uso este medio de comunicación. Será en 1831 cuando se vuelva a proyectar otro sistema de telegrafía óptica entre la capital y los Reales Sitios para uso exclusivo de la Familia Real. El primero fue Madrid-Aranjuez con 4 estaciones (Torre de los Lujanes y Cerro de los Ángeles en Madrid, Cerro de Espartinas en Valdemoro y el Monte Parnaso en Aranjuez), al que siguieron en el año siguiente el que comunicaba con la Granja de San Ildefonso, y en 1834 los que comunicaron Madrid con Carabanchel Alto, San Ildefonso-Riofrío y Madrid-El Pardo.

Pero el proyecto de mayor envergadura en telegrafía óptica no llega sino cuando, quizá, ya es demasiado tarde. En 1844, por Real Decreto de 1 de marzo, se establece el marco para el nuevo trazado de telegrafía óptica en España a cargo de la Dirección General de Caminos, y siendo uno de los máximos responsables del proyecto José María Mathé Aragua. El proyecto, de titánicas dimensiones, pretendía unir Madrid con todas las capitales de provincia del territorio peninsular.

Diseño de la red

El Decreto era especialmente cuidadoso en la ubicación de las torres. Así, se prefiere que las líneas sigan las carreteras existentes para facilitar el avituallamiento de las estaciones telegráficas y, a ser posible, lo más cerca de pueblos y localidades, por la misma razón. En la medida de lo posible, debían utilizarse estructuras preexistentes para ahorrar recursos, y así se emplearon castillos, atalayas e incluso torres de iglesias. Cuando esto no era viable, habrían de construirse torres ad-hoc, todas idénticas y según el estándar fijado por Mathé, de 7 metros de lado y 12 de alto. Además, las torres debían estar cada una a una distancia mínima de 2 leguas y máxima de 3, de la siguiente. Una distancia menor suponía construir más torres lo que implicaba un coste más elevado. Mayor, suponía dificultades para divisar la torre anterior o posterior.

La torre diseñada por Mathé estaba pensada como fortaleza, para que en caso de guerra el enemigo tuviese la mayor dificultad para interrumpir el sistema de comunicaciones. Constaba de 3 plantas realizadas en ladrillo y mampostería, y sobre la cubierta superior, plana, se ubicaba el telégrafo. En la planta baja, cerrada al exterior, sólo aparecen unos ventanucos a modo de iluminación interior. En la segunda planta había ventanas en tres de sus lados, estando ubicada la puerta en el cuarto a unos 4 metros del suelo, a la que se accedía desde el exterior mediante una escalera de madera que se retiraba y guardaba en su interior. En la planta superior había ventanas en todos sus lados y era desde donde se manejaban los mecanismos del telégrafo situado en la de encima.

Líneas nacionales

De todo el proyecto se construyeron 3 líneas:

La línea de Castilla que iba de Madrid hasta Irún que comenzó a funcionar el 2 de octubre de 1846 y constaba de 52 torres que pasaba por Valladolid, Burgos, Vitoria y San Sebastián.

La línea de Andalucía: con 59 torres que comenzó a funcionar en 1850 pero no llegó hasta tres años después a Cádiz.

La línea Madrid-La Junquera o Catalana, que no se completó totalmente. El tramo Madrid-Valencia entró en funcionamiento en 1849, con 30 torres, y en diversos momentos funcionaron los tramos Valencia-Castellón, Barcelona-Tarragona, Barcelona-La Junquera y Tarancón-Cuenca.

Cuando en 1844 se dio el impulso necesario a la telegrafía óptica en España, ya se conocía la telegrafía eléctrica y se experimentaba en Europa desde 1840. La telegrafía eléctrica relegó a la telegrafía óptica rápidamente. En 1854 se completó la línea de telegrafía eléctrica entre Madrid e Irún, por lo que dejó de funcionar la línea equivalente de telegrafía óptica. En 1857 se desmantelaba la última línea óptica en servicio, la línea Madrid-Cádiz.

En nuestra Provincia

Así que en nuestra provincia se construyeron las correspondientes a la 3 y 4ª Sección de la línea que comunicaba la capital con Irún. Fueron las siguientes torres, todas ellas levantadas junto a las actuales carretera N-601 y N-620:

El Perruno (866 m) en Almenara de Adaja, cercana a la localidad segoviana de Fuente de Santa Cruz, del que se conserva sus cuatro lados.

El Collado o Cuesta Redonda en Olmedo de la que se conserva su esquina este y norte.

El Collado en Mojados que se utiliza para ubicar un vértice geodésico.

Boecillo, del que sólo queda el nombre de una urbanización y una calle en la localidad.

Valladolid situado en el páramo de la Cuesta de la Maruquesa, del que no quedan vestigios.

En la parte culminante del páramo veremos, cerca de algunas carreteras nacionales, hoy convertidas en autovías, unas torres que desde lejos dan la impresión de ser restos de antiguos castillos en los que sólo queda en pie la torre del homenaje. Pero en realidad nada tienen que ver con elementos defensivos, sino que pertenecieron al mundo de la comunicación, pues son antiguas torres del telégrafo óptico.

Antecedentes

Al principio, la comunicación entre personas y pueblos lejanos, se conseguía con mensajeros, cuyo desplazamiento dependía de muchos factores: lejanía del destino, estado de los caminos, guerras, fronteras, etc… Para agilizar y acortar este tiempo empezaron a utilizarse las señales ópticas. Una muy utilizada fue el humo de hogueras, aunque con la limitación de que los mensajes tenían que ser sencillos.

El clima de inestabilidad reinante a finales del siglo XVIII en Francia hace que desde la corona se financie un sistema de comunicaciones rápido y eficaz que permita mejorar el control del territorio y mantener el orden. En 1792, ya en plena I República, se da luz verde al proyecto de construcción de Claude Chappe para la primera red de telegrafía óptica, y en 1794 se transmite el primer telegrama de la Historia, desde Lille a París, a lo largo de 230 kilómetros y 22 torres.

Funcionamiento

Este sistema se basaba en la construcción de torres conectadas visualmente gracias en lugares elevados. El funcionamiento de la red comenzaba en la estación desde la que se emitía el mensaje. Se colocaba el telégrafo en una posición prefijada de alerta o de atención. Cuando la estación siguiente avistaba esta señal, colocaba su telégrafo en posición listo o preparado y el primer telégrafo sabía que podía comenzar a transmitir. Una vez que se comenzaba a transmitir, cada símbolo debía estar unos 20 segundos como mínimo en la posición para que la siguiente estación lo leyese correctamente y colocase su telégrafo en la misma posición, lo cual indicaba a la estación precedente que podía transmitir el siguiente símbolo del mensaje. En España los mensajes se enviaban cifrados según un código existente en el libro de códigos, que estaba en posesión del Comandante de Línea, que era el único autorizado a la codificación y decodificación, pues los empleados de cada una de las torres se limitaban a emitir el mensaje que habían recibido, sin saber su contenido.

Inicio en España

Este sistema fue mejorado por el ingeniero tinerfeño Agustín de Bentancourt, quien había proyectado un telégrafo óptico entre Madrid y Cádiz, aunque sólo se llegó a construir entre la capital y Aranjuez, siendo operativo en agosto de 1800. Hay que decir que Betancourt fue padre y primer director de Escuela Oficial del Cuerpo de Ingenieros de Caminos de España en 1802. Pero la crisis económica y la Guerra de la Independencia dejaron sin uso este medio de comunicación. Será en 1831 cuando se vuelva a proyectar otro sistema de telegrafía óptica entre la capital y los Reales Sitios para uso exclusivo de la Familia Real. El primero fue Madrid-Aranjuez con 4 estaciones (Torre de los Lujanes y Cerro de los Ángeles en Madrid, Cerro de Espartinas en Valdemoro y el Monte Parnaso en Aranjuez), al que siguieron en el año siguiente el que comunicaba con la Granja de San Ildefonso, y en 1834 los que comunicaron Madrid con Carabanchel Alto, San Ildefonso-Riofrío y Madrid-El Pardo.

Pero el proyecto de mayor envergadura en telegrafía óptica no llega sino cuando, quizá, ya es demasiado tarde. En 1844, por Real Decreto de 1 de marzo, se establece el marco para el nuevo trazado de telegrafía óptica en España a cargo de la Dirección General de Caminos, y siendo uno de los máximos responsables del proyecto José María Mathé Aragua. El proyecto, de titánicas dimensiones, pretendía unir Madrid con todas las capitales de provincia del territorio peninsular.

Diseño de la red

El Decreto era especialmente cuidadoso en la ubicación de las torres. Así, se prefiere que las líneas sigan las carreteras existentes para facilitar el avituallamiento de las estaciones telegráficas y, a ser posible, lo más cerca de pueblos y localidades, por la misma razón. En la medida de lo posible, debían utilizarse estructuras preexistentes para ahorrar recursos, y así se emplearon castillos, atalayas e incluso torres de iglesias. Cuando esto no era viable, habrían de construirse torres ad-hoc, todas idénticas y según el estándar fijado por Mathé, de 7 metros de lado y 12 de alto. Además, las torres debían estar cada una a una distancia mínima de 2 leguas y máxima de 3, de la siguiente. Una distancia menor suponía construir más torres lo que implicaba un coste más elevado. Mayor, suponía dificultades para divisar la torre anterior o posterior.

La torre diseñada por Mathé estaba pensada como fortaleza, para que en caso de guerra el enemigo tuviese la mayor dificultad para interrumpir el sistema de comunicaciones. Constaba de 3 plantas realizadas en ladrillo y mampostería, y sobre la cubierta superior, plana, se ubicaba el telégrafo. En la planta baja, cerrada al exterior, sólo aparecen unos ventanucos a modo de iluminación interior. En la segunda planta había ventanas en tres de sus lados, estando ubicada la puerta en el cuarto a unos 4 metros del suelo, a la que se accedía desde el exterior mediante una escalera de madera que se retiraba y guardaba en su interior. En la planta superior había ventanas en todos sus lados y era desde donde se manejaban los mecanismos del telégrafo situado en la de encima.

Líneas nacionales

De todo el proyecto se construyeron 3 líneas:

●          La línea de Castilla que iba de Madrid hasta Irún que comenzó a funcionar el 2 de octubre de 1846 y constaba de 52 torres que pasaba por Valladolid, Burgos, Vitoria y San Sebastián.

●          La línea de Andalucía: con 59 torres que comenzó a funcionar en 1850 pero no llegó hasta tres años después a Cádiz.

●          La línea Madrid-La Junquera o Catalana, que no se completó totalmente. El tramo Madrid-Valencia entró en funcionamiento en 1849, con 30 torres, y en diversos momentos funcionaron los tramos Valencia-Castellón, Barcelona-Tarragona, Barcelona-La Junquera y Tarancón-Cuenca.

Cuando en 1844 se dio el impulso necesario a la telegrafía óptica en España, ya se conocía la telegrafía eléctrica y se experimentaba en Europa desde 1840. La telegrafía eléctrica relegó a la telegrafía óptica rápidamente. En 1854 se completó la línea de telegrafía eléctrica entre Madrid e Irún, por lo que dejó de funcionar la línea equivalente de telegrafía óptica. En 1857 se desmantelaba la última línea óptica en servicio, la línea Madrid-Cádiz.

En nuestra Provincia

Así que en nuestra provincia se construyeron las correspondientes a la 3 y 4ª Sección de la línea que comunicaba la capital con Irún. Fueron las siguientes torres, todas ellas levantadas junto a las actuales carretera N-601 y N-620:

●        El Perruno (866 m) en Almenara de Adaja, cercana a la localidad segoviana de Fuente de Santa Cruz, del que se conserva sus cuatro lados.

●        El Collado o Cuesta Redonda en Olmedo de la que se conserva su esquina este y norte.

●        El Collado en Mojados que se utiliza para ubicar un vértice geodésico.

●        Boecillo, del que sólo queda el nombre de una urbanización y una calle en la localidad.

●        Valladolid situado en el páramo de la Cuesta de la Maruquesa, del que no quedan vestigios.

●        Cabezón, en el Cerro de Altamira que dominaba la población y donde estuvo situado la antigua fortaleza.

●        Frausilla, ya en las cercanías de  Dueñas (Palencia) del que se conservan sus paredes

●        Tariego en Tariego de Cerrato (Palencia)

Cabezón, en el Cerro de Altamira que dominaba la población y donde estuvo situado la antigua fortaleza.

Frausilla, ya en las cercanías de  Dueñas (Palencia) del que se conservan sus paredes

Tariego en Tariego de Cerrato (Palencia)