Nueva guía de senderismo

La Diputación provincial de Valladolid acaba de sacar a la luz  una nueva Guía de senderismo y naturaleza: aprovechó el marco de INTUR el pasado viernes 20 para hacerlo. Los autores de la guía somos los mismos que los de esta bitácora, de manera que no vamos a contar ninguna excelencia; que juzgue el público. Aunque se presentó en formato DVD la guía se puede descargar en el portal de la Diputación.

Son más de 150 senderos que recorren más de 2.000 km y recogen prácticamente todos los paisajes de la provincia. Queremos que sea una ayuda para todas aquellas personas que salen a pasea por esta geografía y -al igual que este blog-  sugiere y describe paisajes naturales y tradicionales: campiñas y humedales, encinares y pinares, vallejos y miradores; cañadas, aceñas, fuentes… Aunque está pensada para senderistas, nada impide -al contrario, también anima- realizar los recorridos en bici.

¡Esperemos que guste y que sirva para conocer, amar y valorar más nuestro rico patrimonio natural!

Fuentes en Valladolid

Arco del acueducto, junto al arca principal

Proponemos un paseo, esta vez, de carácter urbano –o semiurbano– para conocer las viejas fuentes pucelanas: forman parte de nuestra historia y están al borde de la desaparición, o han desaparecido ya.

Hablar de las fuentes en Valladolid supone remontarse a otros tiempos, pues hoy las fuentes públicas forman parte de la red municipal de agua, y si hay alguna que no forma parte, es una verdadera reliquia de otros tiempos.

No hablaremos, salvo en este enlace, de aquellas fuentes que estuvieron conectadas al manantial de Argales, verdadero surtidor de agua hasta que a finales del siglo XIX se construyera el Canal del Duero. Son las fuentes Dorada, de la Solanilla, del Rosarillo, o de la Rinconada, entre otras. Y tampoco hablaremos de aquellas que desaparecieron hace siglos: los caños del Rastro, del Perú, de la Candileja…Sólo mencionaremos las que siguen dando agua de manantial o que han desaparecido hace muy poco, por si pudieran recuperarse.

La -1, anterior a la principal

¡Empecemos!

El manantial más importante de los que quedan es, sin duda, el que ve la luz en el pago de Argales, que fue aprovechado ya a mediados del siglo XV para llevar agua al monasterio de San Benito. Pero la dificultad de la traída era grande, pues el desnivel era mínimo –un 0,12%- y el agua se perdía en el viaje. Después de varios intentos, se le encarga al único que podía hacerlo con éxito: el arquitecto e ingeniero real Juan de Herrera y, efectivamente, a finales del siglo XVI gracias a un sistema de tuberías de barro y unas 33 arcas o registros –las Arcas Reales– se consigue llevar un buen caudal a diferentes fuentes públicas y privadas de Valladolid. Los protagonistas cervantinos de La ilustre fregona hablan de la fuente de Argales, famosa por su antigüedad y sus aguas. Y nosotros la seguimos teniendo aquí al lado.

Arca Real propiamente dicha

Algunas arcas fueron recuperadas hace cinco o seis años pero, desgraciadamente, parece que nadie las cuida y todos las maltratan: el exterior –y el interior- se usa como cartel mural, las llenan de basura, se han destrozado algunas cubiertas…

En todo caso, bien podemos hacer una pequeña excursión (que no llega a 6 km desde la plaza Mayor) para contemplar las 10 primeras, a partir precisamente de la décima, situada bajo el puente donde la carretera de Madrid salva el ferrocarril. Una senda nos conduce por estas Arcas, si bien hemos de salvar como podamos –perdiendo el sendero- la ronda interior. Además, algunas –de la 7 a la 9 al menos- mantienen manantiales propios que incrementaban el caudal de Argales y Las Marinas.

La 8, detalle del interior

Y llegados a las primeras arcas podemos contemplar tras los almendros en primer plano, Valladolid al fondo. Y detrás de nosotros, el pago de Argales, verdadero hontanar donde afloran estas aguas.

Fuente de la Acequia

Un complemento de esta excursión es seguir la acequia hasta la carretera de  Puente Duero: tras la gasolinera y cerca del hotel con las pistas de tenis estuvo la fuente del Pinar, o de la Acequia, ya desaparecida si bien quedan junto a los negrillos sauces cabrunos y juncos que indican donde pudo surgir el manantial.

Seguimos en la próxima entrada, en la que incluiremos un mapa con todas las fuentes.

Arca

Las Esguevas y el Esgueva

Esgueva 026

El río Esgueva atraviesa parte de la provincia de Valladolid de este a oeste hasta morir en brazos del Pisuerga. Desde las citas más antiguas, se conoce a este río y su valle con ese nombre o con otros poco divergentes: Aguseba, Asegueva, Aseva, Eseva, Eseua, Esgueua o Valdesgueva.
Su nombre ha planteado problemas al indagar su procedencia: para unos podía estar compuesto de las raíces iberas Ago (boca), Us (bosque) y Ibai (río) cuyo significado sería río de bosque o río entre bosques, lo que podría hablarnos de la frondosidad de esta región en tiempos pasados. Para otros, este nombre de esgueva se viene usando en parte de la región castellana como sustantivo común, sinónimo de desagüe, y sobre todo de alcantarilla o cloaca (así define esgueva el Casares; en el DRAE no figura). Pero más que con esta denominación, tendría que ver con el saneamiento de terrenos y calles (del latín escavare con el significado de cavar o excavare, hacer zanjas). Así, la cadena etimológica podría ser cava – escava – esqueva – esgueva.Esgueva
Tal vez aquí se encuentre el secreto de su femineidad y pluralidad, pues es uno de los pocos ríos españoles con este género y número. Si es una esgueva, es femenino. Y si por Valladolid cruzaban dos esguevas, es plural. De hecho, los mayores recordaban cuando los pescadores iban a pescar a las esguevas… (y también tenemos en plural las esguevillas que dieron nombre a Esguevillas de Esgueva; en Burgos, San Lesmes saneó las esguevas). Aunque fuera de la ciudad predomina el masculino.

Nace en las estribaciones de la Sierra de la Demanda, unos cuatro kilómetros al sur de Santo Domingo de Silos, dentro de ese mismo término municipal como claramente señala el mapa hidrológico de la CHD, aunque otros documentos lo representan en el término de Tejada (oeste de Silos) o en el de Ortezuelos (Peña Tejada o Peña Cervera). Recorre 61 kilómetros por la provincia de Burgos hasta penetrar desde Tórtoles de Esgueva 4 kilómetros en el término de Castrillo de Don Juan (Palencia) y pasar a Encinas de Esgueva, ya en la provincia de Valladolid, donde atraviesa 16 términos municipales para dejar sus aguas en el Pisuerga. El último término municipal que atraviesa es el de Valladolid, y poco después de penetrar en éste se dividía en dos ramales, el Norte y el Sur, que tantos servicios y tantos problemas dieron a la ciudad. Así, por el del Norte, también llamado interior o derecho, recorría el río 121,922 kilómetros, mientras que por el del Sur, exterior o izquierdo, lo hacía con 122,021 kilómetros.

El valle
El cauce actual del río ha sufrido modificaciones por parte del hombre para intentar dominarlo, pues las riadas de este pequeño río han sido proverbiales, sobre todo en la parte baja de su cauce. Ya en 1844 tuvo lugar una reunión de alcaldes y propietarios en Esguevillas de Esgueva para intentar domesticar al río pues eran grandes los perjuicios que ocasionaba cada vez que aumentaba un poco su caudal. Hubo de esperar a la segunda mitad del XIX cuando Miguel de las Moras accedió a la presidencia de la Diputación de Valladolid para acometer las obras de mejora del encauzamiento del río, así como construcción y mejora de puentes y caminos. En algunos puntos se modificó su recorrido, de lo que queda constancia en los planos como cauce viejo de la Esgueva. También se arregló la carretera que discurre por todo el valle y se dotó de personal para su mantenimiento, de ahí las Casas de Caminero que vemos en la actualidad junto a la carretera en un total estado de abandono.
esgueva

A su paso por la ciudad contaba con dos ramales y un cuérnago, utilizándose sobre todo como colector de aguas residuales, de ahí la mala fama con la que contó. Constancia de ello dejaron escrito tanto Quevedo como Góngora:

Al pie de un álamo negro
y más que negro bozal
pues ha tanto que no sabe
sino gemir o callar,
algo apartado de Esgueva,
porque el sucio Esgueva es tal
que ni aun los olmos quieren
darle sus pies a besar

Esguevas de Valladolid

Al llegar a la actual cruce con el Canal del Duero se separaba, como hemos dicho, en dos ramales: el llamado interior o derecho iba un poco más al norte del actual, por donde ahora discurre un pequeño arroyo salpicado con unos chopos, hasta adentrarse por el Prado de la Magdalena, calles Paraíso, Magaña hacia la plaza de Cantarranas para desembocar a la altura del puente del Poniente.

EsguevaLa Esgueva interior o norte antes de llegar a la Antigua. (Fotografía del s. XIX)
El ramal exterior o sur era el cauce actual hasta llegar al puente que atraviesa el ferrocarril, para ir por Vadillos hacia Nicolás Salmerón, Dos de Mayo, Miguel Íscar y desembocar a la altura del puente de Isabel la Católica. Con las obras de saneamiento acometidas en Valladolid a principios del siglo XX bajo la dirección del ingeniero Recaredo de Uhagón, se realizó un nuevo cauce por el que discurren las aguas, enterrando los dos ramales que atravesaban la ciudad. En 1912 ya estaban concluidas las obras de alcantarillado de la ciudad, así como ese cauce nuevo, desde el puente del ferrocarril hasta su desembocadura en el Pisuerga, que es el que podemos ver en la actualidad.

Esgueva 2
Pese a estas todas estas obras mejoraban sensiblemente el discurrir del río, no dejó de dar sustos a la ciudadanía. El caudal medio anual es de 1,7 m3/s, teniendo el caudal máximo histórico medido de 70 m3/s en 1948. Han quedado para la historia las grandes avenidas de agua de este río que tantos daños provocaron en el valle, pero sobre todo en la ciudad de Valladolid. Si coincidían en el tiempo con las del Pisuerga, se producía una auténtica catástrofe, como fueron las inundaciones de 1636, considerada la más grande y dañina que soportó la ciudad, 1739, 1788, 1855, 1860, 1924 o la reciente de 2001. Este último año el Pisuerga batió el record con un caudal máximo instantáneo de 2340 m3/s. Para hacernos una idea, el caudal medio de este río está en 64 m3/s o el del Duero en Herrera de Duero está en 28 m3/s.

Adiós al Duero

Ese río todavía niño, tímido y oscuro que entra casi subrepticiamente por Castrillo en nuestra provincia, bordeando páramos y dejándose cruzar varias veces por puentes del ferrocarril, de caminos o del gas, sale ahora en Villafranca siendo todo un señor, con aguas más claras y multiplicado su caudal por cuatro.

Entre medias, ha regado huertas, remolachas y maizales, además de saciar la sed de Valladolid y otras localidades. Pero, sobre todo, ha bebido las aguas del Pisuerga, del Duratón y del Adaja, gracias a las cuales ha alcanzado la mayoría de edad.

En Castronuño se agranda más de lo que por natura es debido al efecto de la presa de San José. Y en el momento que parece dirigirse al sur, gira hacia el noroeste formando la Rinconada. De esto sabe mucho el Duero, pues ya en Soria, en la curva de Ballesta, también cambió de dirección, prefiriendo el Atlántico al Mediterráneo.

La localidad que le despide y le deja el paso franco hacia Toro y luego Portugal es, precisamente, Villafranca que –todo hay que decirlo- vive un poco de espaldas al río, pues un canal de regadío la separa de las riberas. No obstante, el Duero aquí salta y se regocija en dos amplias pesqueras. La primera aguas arriba y la segunda muy cerca del pueblo y de fácil acceso. Dos lugares tranquilos para pescar o descansar.

Duero

Por lo demás, el Duero es aquí muy amplio y caudaloso, con abundante y variada vegetación, refugio y descanso para fauna de todo tipo.

El Monte de Bobadilla

La de ayer fue una larga excursión: de Villaverde de Medina a Madrigal de las Altas Torres y vuelta. Total, 72 kms. Sin embargo, los caminos –pistas más bien- por los que fuimos estaban muy duros y compactados, sin arena suelta ni humedad. Gracias a ellos puede decirse que volamos en vez de rodar. Incluso nos ocurrió algo nada frecuente: notamos la influencia benéfica del viento a favor pero no lo negativo del aire en contra (!).

Pasamos por campos de cereal y de amapolas, por dehesas y baldíos, por montes… pero –de momento- sólo hablaremos del Monte de Bobadilla. ¿Que por qué? Pues porque fue, con mucho, lo más interesante que encontramos. A pesar de que íbamos buscando lavajos y bodones… pero en otro post comentaremos esto de los lavajos.

En nuestra provincia tenemos varios montes de encinas. El más extenso es el de Torozos, si bien es cierto que más que de encinas es de matas de encina y roble. La dehesa de Cubillas, al contrario, es conocida no sólo por su extensión, sino también por el buen porte de sus encinas. Y hay otros montes interesantes en la zona oriental de la provincia, en los páramos y laderas que forman los valles del Duero y del Esgueva.

Pero el monte de Bobadilla (que así se llama por encontrarse en el término de Bobadilla del Campo) es un monte perdido y olvidado. Perdido porque se encuentra tras de una loma, en el límite de la provincia, donde ésta linda con la de Ávila; olvidado porque prácticamente nadie lo menciona.

Sin embargo, no hay mas que darse una vuelta por allí para descubrir todo su encanto. Hay pinar y hay encinar. Pero, sobre todo, es una dehesa con encinas portentosas. Hay dehesa dedicada a pasto y hay dehesa dedicada a cultivos agrícolas. En la primera las encinas sobresalen –todavía estamos en primavera- entre floridos tapices de colores y en la segunda, las viejas encinas arropan campos de avena, centeno y cebada. Pero de matas, nada. Todos son árboles viejos, grandes, corpulentos. Es un gusto verlos; esperemos que sigan así por muchos años, siglos, milenios.

Incluso si consultamos google earth o maps veremos unas extensiones curiosas, adornadas con multitud de puntitos negros, que son las grandes encinas.

Estos lugares del monte, y los colindantes, debieron tener más vida otras épocas: descubriremos viejas casas de labranza arruinadas, como la del Monte del Prisco, y los historiadores y viejos diccionarios hablan de despoblados, como el de Escargamaría. Además, por medio del monte cruza la cañada de Medina a Peñaranda de Bracamonte y el cordel de la Garda.

¡Apacible y perdido lugar!

Páramo de los Torozos

Mientras publicamos otro post, ahí van algunas fotografías tomadas en el páramo de los Torozos -muy cerca de Valladolid- los días pasados, durante algunas salidas en bici y sin sol.

El acceso a esta páramo es sencillo. Además, está relativamente cerca de Valladolid ciudad. Se puede acceder desde diferentes caminos que salen de Mucientes, de Cigales o de Fuensaldaña. También directamente desde Valladolid -por la fuente el Sol- o por Zaratán siguiendo el trazado del Tren Burra. O desde Simancas y Ciguñuela. O desde Parquesol. Merece la pena hacerlo en estos días ¡ya parece que va a lucir un poco el sol! al atardecer, cuando mas agradecido sed muestra a la luz… Pero cualquier camino y cualquier hora serán buenas. Seguro.

Cerca de Ciguñuela, queriendo -y no pudiendo- salir el sol


Cerca de Cigales

Bajando hacia Mucientes