Ermita de la Henosa

El objetivo era llegar a esta ermita desde Villatuelda, en el valle Esgueva. Tenía su atractivo: casi en medio de la nada, la Virgen de la Henosa –o Aynosa- es venerada desde tiempo inmemorial por los pueblos de Cilleruelo, Cabañes y Bahabón. Y, aunque su devoción pudiera parecer que va a menos, por aquello de la despoblación, lo cierto es que su romería sigue celebrándose todos los años cerca de Pentecostés, convocando a romeros y danzantes de esos tres pueblos, que son, precisamente, la llamada Comunidad de la Henosa.

Almendros en el páramo al lado de unos corrales

La subida al páramo desde Villatuelda no fue demasiado fuerte, pues el fondo del valle se encuentra ya a cierta altitud. Nos permitió contemplar una panorámica del pueblo, con su iglesia al este y, en la misma subida, tres o cuatro palomares, uno de ellos pura ruina. Y, en el desvío hacia el Cotarrón, visitamos unos corrales arruinaron en los que aún se atisba su buena factura gracias a la calidad de la piedra utilizada.

En el valle del Henar, el cereal espigado

Ya en el páramo, volvimos a desviarnos hacia la fuente Pinilla que, a pesar de estar oculta entre la broza, manaba con alegría. Y retomamos el rumbo siguiendo el camino de Liega que, sorteando lomas y evitando vallejos, discurre entre los valles del Esgueva y del Henar; pareciera que en cualquier momento íbamos a descender de esta lengua de páramo a un lado u a otro, pero conseguimos mantenernos hasta llegar a nuestro objetivo final.

Las Bardihuelas

Al poco, visitamos el corral de Revilla, entre almendros y cerca de un majuelo; poseía buenos muros de piedra caliza. Gracias a estos corrales, muy abundantes, podemos imaginarnos el paisaje del páramo hace años o siglos: monte bajo con abundantes manchones de roble y encina. Hoy casi todo son tierras de cultivo, y la viña va ganando terreno al cereal.

Encina junto al bebedero.

Al salir de estos corrales, saludamos a una pastora de Pinillos con la que nos íbamos a encontrar otra vez en la ermita de la Virgen Blanca, a la vuelta. Un poco más y llegamos a los corrales de las Arroyadas, a la izquierda de nuestro camino y, a la derecha, estaban el cerrillo de los Moros y las dos Bardihuelas, Grande y Pequeña. Son como tres cerros descarnados, de color rojizo, que se levantan como unos 30 metros sobre el páramo. [Tal vez este curioso nombre haga referencia a algún tipo de cabaña pastoril hecha con ramas de roble o tal vez a ese barro descarnado]

También, durante todo este trayecto, veíamos al fondo la Peña Cervera, que señala el nacimiento del Esgueva y, más al fondo todavía, el sistema Ibérico. Al sur no dejamos de contemplar Somosierra. Y es que el páramo siempre nos acerca al cielo aunque, eso sí, a veces sin la suficiente perspectiva.

Aproximación a la Henosa. Al fondo, Peña Cervera

Teníamos claro donde estaba nuestra ermita: al noreste. Pero el camino dibujaba una gran curva hacia el noroeste, que nos alejaba en parte de nuestro objetivo. Hasta que –cosa frecuente en esta zona, como ya dejamos escrito- el camino ¡desapareció! Así que a campo traviesa entre enorme terrones, dimos con un agricultor que nos redirigió hasta el camino más cercano y, pasando por los corrales y el bebedero de Llano Gordo, tras subir a Belaza, caímos, por fin, sobre la ermita de la Henosa. Habíamos cumplido.

Se trata de una construcción de planta cuadrada, con un agradable porche que cubre parte de las fachadas suroeste y sureste. Una buena pradera facilita bailes y merienda. A unos trescientos metros más abajo, dirección Cilleruelo, tenemos una fuente para refrescarnos.

Por fin, la ermita

Una pista asfaltada nos llevó hasta Cilleruelo de Abajo, donde repusimos fuerzas después de dar un paseo por sus calles. Luego, nos dejamos caer por el valle del Henar –con visitas al molino, cueva del Cura Merino, asombrosas fuentes, corrales y ermita de la Virgen Blanca- hasta Torresandino. No describimos este trayecto porque ya lo hicimos en su momento. Pero el valle se encontraba en plenitud gracias a las aguas del invierno y a la buena temperatura primaveral y, esta vez, no perdimos los caminos. Bien es cierto que en el término de Torresandino los estaban replanteando su red viaria.

El rebaño vuelve hacia Pinillos desde la Virgen Blanca

El último paseo fue por Villatuelda, para visitar sus bodegas y sorprendernos con la portada gótica de la iglesia de San Mamés, que también tiene numerosos elementos románicos.

Aquí podéis ver el trayecto seguido.

Autor: piscatorem

Los autores de este blog somos Federico Sanz (textos, fotos) y Óscar Domínguez (mapas, documentación). Tenemos escritos 7 libros de viajes y rutas, y un montón de artículos en diferentes revistas. Además, seguimos saliendo en bici todas las semanas. Si quieres, estas invitad@.

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