Antiguos caminos y linderos del Cerrato burgalés

Aunque pertenece a la comarca del Cerrato y no está lejos de Valladolid, esta vez descubrimos un paisaje diferente. Veamos.

Los caminos

Por llamarlos de alguna manera. Buena parte del trayecto lo hicimos por unos caminos que no eran más que roderas sobre el cereal crecido. No sé si antiguamente fueron sendas o veredas, o si fueron solamente servidumbres de paso. La cuestión es que la mayoría del itinerario –al menos en tiempo- lo hicimos por estas roderas.

La cosa empezó a los 7 u 8 kilómetros de Torresandino, al introducirnos en los vallejos que dan origen al arroyo de Cerato: el camino se convirtió en dos roderas entre la cebada verde.

Después, al llegar al monte de Salce o de los Siete Hermanos, ocurrió lo mismo. Se trata de un camino o mejor, dos senderos, que siguen justo la raya que separa Torresandino de Villafruela, y que suben y bajan continuamente, como si fuera casi una montaña rusa.

Y, ya al final, entre la ermita de la Virgen Blanca y Torresandino, volvió a ocurrir lo mismo. ¿el por qué? Seguramente se utilizan poco, sólo –o casi- para acceder a las tierras. En otra época  se verían respetados, pero hoy ya no compensa… Pero bueno, fue una agradable sensación que nos llevó a navegar entre las olas de los trigales castellanos…

Los Siete Hermanos o el monte de Salce

Ya lo hemos citado. ¿Qué nos llamó poderosamente la atención? Pues que se trata de unas grandes cintas de cultivo, de un kilómetro de largas por unos 30 o 50 metros de anchas separadas por otras tantas cintas, algo más estrechas, de bosque de roble y encina. ¿Por qué? ¿Cuál será su origen? Pues no lo sé, pero así se han conservado todavía hoy. Están en el término de Villafruela, confinando con los de Torresandino y Espinosa de Cerrato. Es difícil recorrerlos ahora, pues el bosque no facilita el paso y el cereal  estaba por cosechar.

Algo parecido hemos visto en el páramo de los Torozos, o en Belver de los Montes con sus lindones, pero nunca con parcelas tan grandes y regulares.

El río del Henar

A lo largo del recorrido entramos en un único pueblo: Cilleruelo de Abajo. Pues bien por allí pasaba el río o arroyo del Henar, que según los lugares que atraviesa en su viaje hacia el Esgueva recibe también los nombres de Cobos, Mataviejas o Aguachal. Y como de Cilleruelo se dirige a Torresandino, decidimos seguirle en este su último trayecto.

Y también nos deslumbró. Primero, porque nos metimos en un cerradísimo monte de robles que abrazaba otro no menos cerrado bosque de ribera. Y fuera, sin solución de continuidad, el campo libre de Castilla. Curioso contraste. Pudimos ver lo que queda del molino de la Dehesa y algunos huertos y campos cercados en este peculiar monte.

Después, el bosque se abrió y fue dejando laderas desnudas con piedras calizas descarnadas… hasta que apareció en una ladera, solitaria y hermosa, la ermita de la Virgen de las Mercedes y de la Blanca, de curioso nombre y de época medieval a juzgar por los restos románicos que todavía conserva. Allí se levanta, desde tiempos remotos, con una alameda al lado y una fuente al otro lado del camino… Es la Patrona de Pinillos de Esgueva, que dista 4 kilómetros, y la talla se conserva en la iglesia parroquial.

Ermita de la Virgen Blanca en el valle del Henar
Ermita de la Virgen Blanca en el valle del Henar

Todo esto fue lo más llamativo de la excursión, que no acabó ahí. Recorrimos cañadas y veredas, cruzamos los cordeles de las vías pecuarias de los merinos que venían de la sierra de la Demanda, pasamos junto a muchos corrales de buen porte. Por eso, pudimos comprobar que esta fue una tierra dedicada fundamentalmente a la ganadería. Hoy es la agricultura de secano la que más aporta. Veremos más adelante.

Y he aquí el trayecto seguido.

Autor: piscatorem

Los autores de este blog somos Federico Sanz (textos, fotos) y Óscar Domínguez (mapas, documentación). Tenemos escritos 7 libros de viajes y rutas, y un montón de artículos en diferentes revistas. Además, seguimos saliendo en bici todas las semanas. Si quieres, estas invitad@.

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