En el Culo del Mundo

Si ayer andábamos por la nariz del teso, hoy nos hemos trasladado al Culo del Mundo. Pero sin saber por qué este original y maravilloso lugar se llama como se llama, pues ni se encuentra en un lugar perdido ni está lejos de localidades habitadas, sino que pertenece al término municipal de Madridanos, cerca de las localidades de Sanzoles y Peleagonzalo y se levanta bien a la vista de la ciudad de Zamora, a unos 15 km.

Bien es cierto que a diez kilómetros al sur, en el término de Venialbo descubrimos el monte de Medio Mundo, por lo que es posible que en estas tierras posea, al menos el término mundo, un significado que desconocemos. Tal vez algún visitante de este blog nos pudiera aclarar la cuestión, nunca se sabe.

Sea como fuere, los montes del término de Toro al sur del Duero concluyen, hacia el oeste, en una cuesta que acaba en el arroyo de Talanda, a partir del cual se extienden tierras de pan llevar y de cultivo en general. Pues bien allí, y más en concreto justo donde se juntan las rayas de Toro, Madridanos y Sanzoles vemos una torrentera que atraviesa precisamente el Culo del Mundo y, de alguna forma, lo vertebra. El cauce seco ha dejado al aire libre piedra caliza, mientras que en el resto de los suelos abunda la arena. Contemplamos terrenos incultos que hasta hace unos años se cultivaban, alguna pradera, carrascas e hileras de almendros. Más abajo, hileras de chopos cerca de la torrentera que habitualmente no lleva agua. Es un lugar agradable y recogido. Pero sin duda, no se le podría calificar de Culo del Mundo. Su belleza, indiscutible, tampoco destaca especialmente sobre el resto del paisaje que le rodea.

Es más, lo que verdaderamente destaca en el paisaje son los cortados que descubrimos al norte, donde la ladera deja de ser ladera para transformarse en una sucesión de impresionantes farallones. Esto nos lleva a contemplar una belleza con la que no contábamos. En el mismo Culo, ya abajo, se adivina lo que va a venir, pues aparecen unas piedras areniscas, de color anaranjado, que se han desprendido de arriba, de algún canto.

Un sendero estrecho con algunos toboganes pero de buen firme nos va a llevar por el límite más bajo de la ladera que se abre a los pies de los cortados y así los vamos descubriendo. Son de arenisca de color rojizo; según les de el sol, emitirán una tonalidad distinta. Algunos edificios de Toro, muchos de Zamora y la iglesia de Peleagonzalo -que acabamos de ver- están hechos con este tipo de piedra, elegante, colorida y muy fácil de trabajar; por esto mismo, también se deshace con facilidad. Luego nos enteramos que, efectivamente, estos cortados fueron unas antiguas canteras nada menos que ¡romanas! se las que se extrajo la piedra para construir Ocelum Duri, una importante ciudad romana que se creía situada donde hoy se levanta Zamora pero que más bien estuvo en Madridanos, o muy cerca.

Conforme avanzamos vemos las diferentes formaciones: paredes, picos, terrazas. En algún momento vemos paredes de las que sobresalen grandes piedras redondeadas, con diferentes contornos, como si quisieran encarnar alguna figura para nosotros desconocida, pero que, por su belleza y armonía, bien pudiera estar en el mejor de los museos. También descubrimos campos y laderas en las que se han detenido enormes pedruscos desprendidos de los cantiles, conformando un paisaje peculiar.

También observamos en la llanura -ya que el sendero va un tanto elevado- el cerro del Viso, donde hubo un castro prehistórico, diferentes pueblos -destacando Madridanos- y Zamora al fondo. En primavera, se extiende como una alfombra húmeda y verde. En verano, un desierto en el que destacan pequeñas choperas y alamedas, hileras de almendros, y algún rebaño visible más por el polvo que levanta que por el número de sus ovejas.

Pero hay otra posibilidad: aprovechar el camino de servicio de los aerogeneradores -con pocos pero muy fuertes desniveles- para contemplar el paisaje desde arriba. No es lo más recomendable, pues nos perderemos el detalle de los cortados y casi todo su relieve.

En fin, estas son las increíbles y desconocidas canteras del Culo del Mundo. Para llegar hasta aquí hemos tomado un camino que sube desde Peleagonzalo y que atraviesa campos cargados de pinares y encinares en cuyos claros crece el cereal. Hasta nos encontramos con una de las fuentes de Toro que aun no conocíamos: la de Cartagena, bien metida en lo más profundo de un vallejo, llena de maleza y con sus pozos -ya secos- un poco más arriba. Aquí, el mapa del trayecto.

Autor: piscatorem

Los autores de este blog somos Federico Sanz (textos, fotos) y Óscar Domínguez (mapas, documentación). Tenemos escritos 7 libros de viajes y rutas, y un montón de artículos en diferentes revistas. Además, seguimos saliendo en bici todas las semanas. Si quieres, estas invitad@.

2 opiniones en “En el Culo del Mundo”

  1. Pues la verdad, no sé de donde puede venir la expresión «Culo del Mundo».
    Si esta expresión no aparece en ningún texto histórico de cierta antigüedad, bien podría pensarse en alguna expresión moderna carente de sentido alguno…
    El reportaje fotográfico, como siempre, impecable.
    ¡Gracias por las explicaciones!
    Un abrazo,

    Francisco-R. Zúñiga

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