
En el principio era una colina que dominaba la llanura entre el Eresma y el Adaja, y en la que brotaban siete hontanares. Cubriéndola, debido a la humedad que ofrecían esos manantiales, que luego se llamarían Caño Nuevo, Caño Viejo, Caño Cotes, La Pioja, El Chamorro, Castellana y La Vía, se extendía un bosquete de olmos, u olmedo. Era un sitio ideal para vivir y dominar la comarca, y bien que lo aprovecharon los vacceos de aquellas épocas remotas.
Pero Olmedo se pierde en la noche de los tiempos hasta el siglo X. La antiquísima tradición de la Soterraña cuenta -con demasiado optimismo- que la imagen fue traída nada menos que por un discípulo del Apóstol Santiago, San Segundo, obispo de Ávila:
…porque sirvió de modelo al santo que la esculpió
el original divino creado por todo un Dios…

Y que, con motivo del dominio agareno, alguien la enterró en un pozo (de ahí lo de Subterránea), de donde la rescató el repoblador de Olmedo, Alfonso VI, hacia el año 1075, a quien se le apareció inmediatamente antes de la batalla. Aunque la tradición habla de más de tres siglos oculta, lo más probable es que fueran unos cien años: Olmedo se encontraba en el siglo X en tierra de nadie, era una pequeña avanzadilla en el Duero, y fue arrasada por Abderramán III en 936, mas este califa fue vencido a los pocos días en Simancas, y Olmedo hubo de esperar hasta finales del siglo X para caer bajo el dominio de Almanzor, que destrozó Toro, Simancas, Portillo y Montemayor y, por tanto, Olmedo. Los cristianos, ante el temor a Almanzor, esconderían en esos momentos la imagen hasta que la encontró Alfonso VI al recuperar Olmedo.

A partir de ahí podemos seguir el rastro de la Villa y su Patrona a través de distintos documentos. Desde luego, Olmedo debió ser una plaza muy importante –no hay más que ver sus murallas y urbanismo- sobre todo hacia el siglo XIII, época de la que datan la mayoría de sus iglesias. Por ejemplo, la de San Miguel, en una de cuyas capillas estuvo la Soterraña hasta el siglo XVII. En 1250 contaba con ¡15 parroquias!
Así, el Concejo de Olmedo participó en las Navas de Tolosa, sin duda bajo la protección de la Soterraña. Y, hasta principios del siglo pasado, la Virgen siempre preservó a los que partían a diferentes guerras; las madres olmedanas estaban felices sabiéndose seguras porque todos sus hijos volvían de África. No puede decirse lo mismo con la guerra civil española porque, desgraciadamente, los españoles optamos por matarnos unos a otros. Y los de Olmedo no fueron excepción. (Curiosamente –como pude comprobar en Líbano- algunas imágenes de la Virgen lloran aceite. Y curiosamente, el pozo de la Soterraña tiene fama, desde tiempo inmemorial, de manar –además de agua- aceite. Mucho aceite debió llorar este pozo durante los años 36-39; lo que se cuenta fue dantesco; intentemos olvidarlo)

Otra fecha importante para la Virgen fue el 10 de octubre de 1924, pues a eso de las 12 del mediodía el pueblo de Olmedo reunido en la plaza de la Villa coronaba a su Reina por medio del obispo de Valladolid, aunque el territorio perteneciera a la diócesis de Ávila. No se recuerdan fastos iguales en toda la historia de la Villa y Tierra de Olmedo.
En fin, todavía hoy, entrar en la cripta de la Soterraña es sustraerse a las medidas del tiempo y del espacio, pues el lugar donde se encuentra esta imagen es único. A su capilla hemos de acceder a través de la iglesia de San Miguel, joya gótico mudéjar de volúmenes estilizados y, justo debajo se su altar, se abre una escalera que nos conduce por un pasadizo subterráneo de bóveda baja profusamente decorada -y en el que vemos el pozo de la aparición- a la capilla de la Virgen, muy alta y de planta octogonal. Es como llegar a través de un ambiente –el de la iglesia de San Miguel- que separa lo exterior de lo más profundo e interior, la capilla. Además, el espacio es barroco –la capilla data del año 1746 y está lleno de recuerdos de la Virgen y de Olmedo- por lo que no tiene nada que ver con el de la perfecta iglesia de San Miguel.

En todo caso, si queremos conocer Olmedo y parte de la historia de nuestra provincia, es necesario acercarnos a esta imagen y a la casa que la guarda, pues no en vano la Soterraña, según reza su himno, es
Bella Espiga de Castilla,
Vid fragante de la Villa,
Rica Piña del pinar…
Pero lo más importante es que la Soterraña es venerada y querida en Olmedo como Madre y protectora de la Villa y sus habitantes. A lo largo de la historia, son muchos los milagros y favores de los que se guarda recuerdo, algunos se han llegado a convertir en leyenda, y otro día los traeremos a estas páginas. También, bastaría con aparecer por allí cualquier 10 de octubre (o sea, pasado mañana) para comprobarlo, si bien ese cariño popular luego se manifiesta personalmente todos los días del año.
Bien sabemos que en Olmedo todos son caballeros, por lo que pueden hacer suyos aquellos encendidos versos de Lope, dirigidos a la Virgen:
Si a las damas defienden caballeros
merezca serlo vuestro por amaros
y hasta perder la vida defenderos
Pero realmente es Ella quien nos defiende, al igual que a las damas, como bien claro lo cuenta la historia y lo rubrica su propio escudo:
Per te Virgo sim defensus
