Hoy toca dar un fresco y sencillo paseo rodeando el núcleo urbano de Laguna, lo que significa pocas cuestas y mucho verde debido a sus continuos pinares y abundantes aguas. A pesar de ser ya la segunda localidad más populosa de la provincia, conserva muchos de sus antiguos encantos naturales.
Partimos desde el barrio del Pinar de Antequera (que este barrio es, en parte, de Laguna) hacia el sur, introduciéndonos en el espeso Pinar de Laguna, buscando la pista que nos acerca a las graveras y, con el fin de dar algo de presión, rodamos por el camino de la Traviesa siguiendo hacia los antiguos talleres de Virto. ¡Ya está! Claro que nos agarramos un pequeño cabreo debido a los terribles arenales pinariegos: son unos cientos de metros en los que nos bajamos de la burra y, así, comenzamos acalorados esta gélida mañana de nochebuena. Poco a poco, a medida que nos acercamos al caserío de Los Ingleses el camino va recuperando su tersura y pedaleamos con ritmo y tranquilidad. Nos acercamos a las graveras que limitan con el ferrocarril y allí, por el paso elevado que salva la vía, tomamos dirección Este dejando a un lado el brumoso perfil de la ribera del Duero.
Poco más adelante nos topamos con la acequia, y bajamos hacia el lugar donde desagua, Los Cristos, que dispone de un coqueto mirador. Aunque ya no podemos verla, no hace mucho aquí se encontraba una fuente, la de Pedro Gómez; hoy solamente se la puede intuir entre la maleza del río.
Volvemos por uno de sus senderos laterales de la acequia. Disfrutamos, por un lado, de sus árboles y charcas y, por otro, de sus entretenidos toboganes y obstáculos que te hacen ir pendiente del manillar, para dar un giro repentino si es necesario. A la derecha, dejamos los históricos lugares del Bosque Real y El Abrojo, con la fuente de San Pedro, esta sí, con agua.
Tras cruzar la carretera llegamos a la urbanización Tijuana y, junto al río, vemos la fuente Juana, ya conocida y descrita en este blog, y lamentablemente abandonada.
Tras recorrer otra zona de pinares y huertas, llegamos al Canal del Duero, y lo seguimos hasta la carretera del Segovia, donde tornamos hacia el Norte, pasando por la urbanización la Corala. Aquí cruzamos de nuevo la carretera hasta el camino del Sapal, por el que nos acercamos de nuevo a Laguna entre las tierras que un día sustentaron un gran viñedo, causa de las bodegas próximas a la ermita. Pasamos también al lado de la ermita de la Virgen del Villar, junto a un peculiar ovni. Estamos en el punto más alto del término municipal (735 m).
Nos presentamos en la rotonda de Torrelago y seguimos rodeando la Villa, buscando unos senderillos empinados que nos obligan a trepar a otra de las escasas alturas del pueblo. Arriba encontramos el curioso edificio de los años 40 que fue sede de un seminario y ahora, en un entorno deplorable, es sede de TVE y del archivo de la Diputación. Vamos de nuevo hacia el Pinar de Antequera, no sin antes haber hecho una parada en el punto más alto del pago de La Revilla, desde el que disfrutamos de una espectacular panorámica, tanto del pueblo como de sus alrededores. Vemos la inmensa mancha pinariega que se extiende hacia el sur, con la costura que marca el río, y Valladolid con los Torozos como telón al norte.
Mirando hacia el pueblo -aunque hoy con dificultad debido a la niebla- vemos su extraña y desgarbada disposición urbana, como si fuera un collage: las inmensas torres de Torrelago, la vieja villa rodeada de adosados; urbanizaciones fallidas; trozos de campo… . ¡con lo bonito que era antes! Y, en el centro de todo ello, un pequeño lago artificial procedente de la laguna natural.
Aquella gran charca se alimentaba de tres manantiales, dos de ellos salados. A ella se debe el bonito nombre que tiene el pueblo. Fue desecada (tras varios intentos) en 1972, pues se la consideraba una molestia para el pueblo por sus crecidas y mosquitos. Claro que también se perdieron los baños veraniegos durante la siega y el patinar sobre sus aguas en inviernos aquellos inviernos heladores. Otro día podemos contar esta historia; de momento aquí quedan algunas viejas fotos y un recorte de prensa de 1916 para el recuerdo.
Javiloby