El Anguijón y sus molinos

Anguijón

El río Anguijón tiene poco más de 25 km, nace en Fuenteungrillo, o sea, en Fontes de Angriellos. Lo de anc– podría ser una raíz indoeuropea con significado de dobladura, así en anzuelo (y en anga, asa de vasija), y lo cierto es que nuestro río tiene forma de eso, de un anzuelo desde que nace hasta la punta, cuando desemboca en el Sequillo por Villanueva de San Mancio.

Antaño fue un río muy trabajador, sus aguas molían y molían. No hay más que comprobar cómo, en sus primeros 10 km se escalonaban nada menos que 9 molinos. O 14 más una fábrica de harina, según cuenta Madoz. ¿Hay quien lo iguale? No se sabe cuál sería la razón, pero simplemente con ver la inmensa llanura de Tierra de Campos, donde crece el cereal, y las pocas y amansadas corrientes de agua que la surcan, es suficiente para darse cuenta de lo bien que se aprovechaban los pocos ríos con pendiente que existían.

Cárcavo del molino de Marujillo
Cárcavo del molino de Marujillo

Esta vez daremos una vuelta exploradora, para descubrirlos qué restos de molinos quedan y cómo están a estas alturas de la película. También paseamos por el monte de Las Liebres y por Tierra de Campos, pero lo dejamos para la siguiente entrada.

Ya hemos dicho que nace en las Fuentes, donde se puede visitar el despoblado medieval de Fuenteungrillo, en parte restaurado. Allí veremos una laguna de color esmeralda y empezaremos el descenso –por llamarlo de alguna forma- del río. Poco más abajo veremos otra laguna menor. En las dos, y en los pozos que vemos entre ambas, viven peces y cangrejos. También descubriremos un curioso pozo-fuente cerca de la ladera derecha. A esta altura, el arroyo marcha abriéndose paso entre grandes losas de piedra caliza.

M. de Matallana
M. de Matallana

Y un aviso para navegantes. La mayoría del trayecto hasta el molino del Cubo discurre por prados y senderillos mal señalados. O ni por eso: a campo traviesa.

Pero vayamos a por los molinos.

De Marujillo.- Fue el primero que encontramos. No hubiéramos dado con él si llegamos a pasar unos días más tarde, pues se oculta en medio de una alameda salvaje cuyos árboles empiezan a echar hoja precisamente ahora. Se veían con dificultad unas ruinas y al acercarnos comprobamos que, efectivamente, era ¡el molino de Marujillo! La cosa pintaba mal, pues la alameda está protegida por un ancho cordón de zarzas y arbustos con espinas. Pero mal que bien, a gachas, soportando arañazos y pinchazos, llegamos a la ruinas. ¡Increíble que aun quede algo!: los álamos han derrumbado literalmente el edificio, y los troncos surgen por todas partes.

Inspeccionando el molino de Calixta
Inspeccionando el molino de Calixta

El único sitio que resiste bien, el más noble, es el dique de la balsa: aunque también han conseguido nacer arbolitos, se han secado. Por el momento ha podido más la buena piedra que las raíces. También se conserva el cárcavo, cuya bóveda acabará cayendo por el empuje de los árboles. Salimos de allá con las piernas ensangrentadas. Y no es una frase.

De Matallana.- Su situación es muy diferente. Además de estar en la ladera opuesta, en la izquierda, se encuentra dominando un recodo del valle donde, precisamente, se forma una amplia pradera. Según los entendidos, es un molino de escorrentía, cuyas aguas no eran recogida por un caz proveniente del río, sino que caían por la ladera del valle, de manantiales y de la misma lluvia. Quedan tres paredes, una piedra y la balsa. Delicioso lugar: aquí descansamos un poco de las mataduras del anterior escarceo. ¡Uff, menuda excursioncita!

En las praderas del valle
En las praderas del valle

De Calixta.- Protegido por abundantes zarzas y arbolado, si accedemos por la ladera; por el otro lado –el Este- hay que vadear el río. Hay que elegir. Nos acercamos y pudimos ver el cárcavo y las ruinas de una caseta. Un manzano o peral estaba en flor y nos alegró la breve estancia. Otro lugar para perderse, no para perdérselo.

Y aquí una nota: Nicolás G. Tapia y Carlos Carricajo, en su libro de Molinos de Valladolid, llaman de Calixta al de Matallana, y de Marujillo al que está en el arroyo de la Reguera. Para no complicar la cosa, nosotros hemos tomado los nombres del mapa del I. Geográfico de 1932, pues nombra todos los molinos.

La piedra de los Clérigos.- Al llegar, siguiendo el caz, al sitio donde el mapa señala el ingenio, sólo vimos una gran piedra molinera, además de alguna otra que pudo servir a una construcción. Misterio. ¿Se lo llevaron todo? Se halla accesible, junto a un camino y en una zona de alamedas.

Detalle del cubo del molino
Detalle del cubo del molino

Del Cubo.- Es el que mejor se conserva de todos los que vimos. Un amplio y perfecto cubo, cilíndrico, cuya altura daba más presión y fuerza a las aguas que, a través del bocín, chocaban contra el rodezno. El cubo es un depósito que está empotrado en una verdadera torre maciza de planta rectangular. El cárcavo no lo vimos, está cegado. Aun subsiste la balsa y la planta de la casa aneja al molino. Al fondo, se divisa Montealegre. A los pies, un prado con álamos.

Y el puente del Val.- No encontramos nada. Muy cerca de donde estuvo, un sencillo puente de larga bóveda por el que debieron cruzar anchos y pesados carruajes cargados de grano o harinas, que está empezando a caerse y que, por las trazas, pudo dar servicio a este molino.

Por aquí estuvo el molino del Val
Por aquí estuvo el molino del Val

Según el mapa citado, al pasar el Anguijón a la vera del cerro del Castillo había un molino, y otro más, el de la Serna, apoco menos de un kilómetro aguas abajo. La fábrica de harinas que cita Madoz debió estar en el arroyo de la Reguera, antes de que desembocara en el Anguijón aguas arriba de todos estos molinos. La hemos visitado –desde luego, es la de ruinas más grandes- en otra excursión, hace años.

Hasta aquí el trayecto por el curso alto del Anguijón.

Autor: piscatorem

Los autores de este blog somos Federico Sanz (textos, fotos) y Óscar Domínguez (mapas, documentación). Tenemos escritos 7 libros de viajes y rutas, y un montón de artículos en diferentes revistas. Además, seguimos saliendo en bici todas las semanas. Si quieres, estas invitad@.

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