Tierras de Almanza, aguas del Cea

Las provincias son de ayer, aunque ese ayer pueda remontarse a la época romana. La naturaleza, el paisaje, son de siempre, o casi. La provincia de Valladolid a principios del siglo XIX estaba configurada de otra manera, y territorios como Benavente, Sanabria o Almanza pertenecían, entonces, a esta provincia Así que –por ampliar un poco nuestros paisajes habituales- nos fuimos esta vez a las tierras de Almanza y sus alrededores, como ya lo hicimos con Palenzuela o Rueda del Almirante en su momento.

El buen tiempo no nos acompañó. Estuvo jarreando al comienzo, después lloviznando y al final las nubes pararon de llorar pero no dejaron salir el sol. No importó mucho –no hacía frío- pero sin duda con sol hubiéramos rodado bastante mejor. Para colmo, muchos caminos estaban embarrados.

Nos encontramos cerca del alto Cea, que cruza por bosques de robles precisamente hasta la localidad de Cea. También son tierras de agua, pues uno de los términos por los que pasamos –el de Valdavida- tiene nada menos que 101 fuentes catalogadas. Curiosamente, por aquí se usa la palabra remanizaderos para designar el lugar donde el agua brota de manera esporádica en forma de charcos.

Las fuentes no sólo son abundantes, sino variadas. Una de las que más nos impresionó fue la de Fonsagrada: su nombre nos habla de propiedades excepcionales, que hoy seguramente se habrán perdido porque ya nadie viene buscando sus aguas. A su lado, curiosamente, mana Fonsagradita. Al menos muchas de ellas están limpias y cuidadas, lo que no es poco en estos tiempos que no corren muy limpios que digamos.

Poco después pasamos por las fuentes de la Rueda y del Brezal y llegamos a otro mágico lugar: la Majada del Pico, en cuyas praderas se levanta un viejo corral comunal todavía en buen estado. Pero lo mejor son los robles: muchos, preciosos, añosos, nudosos. Algunos poseen un nombre y una edad de muchos cientos de años. Tienen vida y parece que algo nos quieren decir a través de las formas de sus ramas y las oquedades de sus retorcidos troncos. Un maravilloso lugar para estar y contemplar.

El Pico es el lugar más alto al que llegamos en esta excursión. Desde aquí se divisa bien la mole de Peñacorada y desde aquí nos dirigimos a Almanza por un camino entre matas y robles de pequeños porte. Hay también tímidas flores amarillas, azules, rosáceas. Parece como si la primavera quisiera despertar; en el valle vimos abundantes cerezos en flor.

Y en este camino se bajada, ¡oh sorpresa! otra amplia majada con enormes y viejos robles. Naturalmente, dejamos las bicis y nos dimos un pequeño paseo a pie por el entorno para contemplar y hablar un poco con los robles. A pesar de ser tan viejos y grandes, también estaban despertando a la primavera con sus pequeñas y tiernas hojas. Ellos puedes equilibrar, como nadie, lo viejo y lo recién nacido.

Poco después, nos presentábamos –atravesando el puente de piedra- en la histórica ciudad de Almanza, con su castillo, viejas murallas y remozada torre. Hasta los reyes de León parecían estar presentes, y no sólo por las esculturas tamaño natural que pudimos ver en sus calles.

Un camino por campo abierto, a través del valle, nos llevó hasta el también viejo e histórico lugar de Castromudarra. No nos acercamos al monasterio de la Virgen de Yecla porque un aguacero se estaba formando al fondo y amenazaba venir a nuestro encuentro, de manera que por Villaverde de Arcayos y Villaselán llegamos a nuestro destino, Villamartín de don Sancho.

Aquí podéis ver el trayecto y aquí leer otra versión de la misma ruta según Durius Aquae

Autor: piscatorem

Los autores de este blog somos Federico Sanz (textos, fotos) y Óscar Domínguez (mapas, documentación). Tenemos escritos 7 libros de viajes y rutas, y un montón de artículos en diferentes revistas. Además, seguimos saliendo en bici todas las semanas. Si quieres, estas invitad@.

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